La California Argentina
A mediados del siglo XX, la sidra y las mejores manzanas que
se consumían en la región no llegaban de Río Negro, sino de Castelli, una
localidad situada a 130km de La Plata. Allí estaba lo que en su momento se
conoció como “el manzanar más grande del mundo”. Un investigador recupera la
historia de aquel monumental emprendimiento, único en nuestra provincia.
EL MANZANAR MÁS GRANDE DEL MUNDO
SE LLAMABA LA NUEVA CALIFORNIA Y OCUPABA 600 HECTÁREAS DEL
PARTIDO DE CASTELLI, A POCO MÁS DE 100 KILÓMETROS DE LA PLATA. PRODUCÍA
MANZANAS QUE LLEGABAN A PESAR MÁS DE UN KILO, DULCES Y HASTA SIDRA. EN LAS
DECADAS DEL ´40 Y ´50 EMPLEABA A UNOS 900 TRABAJADORES QUE VENIAN DESDE TODO EL
PAÍS. UN INVESTIGADOR RECUPERÓ LA HISTORIA DE UN EMPRENDIMIENTO QUE FORMÓ PARTE
DE LO QUE PUDO SER LA “ARGENTINA POTENCIA”
Hace menos de medio siglo, las manzanas más ricas, más
jugosas, más grandes que se consumían en La Plata no venían de Rio Negro, sino
de una pequeña localidad de la provincia de Buenos Aires. Del mismo lugar
llegaba una parte de sidra con la que se brindaba en las fiestas. La población
era Castelli, a 120 km de nuestra ciudad, donde estaba lo que en su momento se
conoció como “el manzanar más grande del mundo”: La California Argentina.
Eran más de 600 hectáreas donde los manzanos se sucedían uno
tras otro, más otras 1200 hectáreas plantadas con distintos árboles frutales,
que en época de cosecha daban trabajo a unas 900 personas. Un emprendimiento
que alcanzó su esplendor en los ’40, en épocas del peronismo- las leyenda local
asegura que el mismísimo Perón quiso comprar La California Argentina a fines de
esta década, para regalársela a Evita-, y que por diversas razones languideció
hasta presentar la quiebra en 1964.
Fue tal la importancia de la empresa que dio pie a que,
desde 1959, se organizará la “Fiesta Regional de la Manzana”, una celebración
que convocaba a la gente de toda la zona y que sobrevivió incluso a la
desaparición de los manzanares: la última edición se realizó en 1988, 24 años después
de la quiebra de la firma.
Hoy, La California Argentina es para los 8000 habitantes del
pueblo de Castelli como un fantasma que tiene fisonomía de un ser querido.
Todos la recuerdan, porque todos tuvieron al menos un pariente que dependió
económicamente de ella, pero pocos tienen una prueba física de su existencia.
Donde antes crecían las manzanas ahora hay solo malezas, el equipamiento de
avanzada fue vendido como chatarra, y el señorial casco de la estancia es casi
una ruina, aunque aún conserva en las torres de corte europeo el recuerdo de
las épocas de esplendor, cuando importantes empresarios del país y del exterior
o visitaban para hacer lo que ahora se conoce como turismo de estancias.
La historia de aquel monumental emprendimiento se hubiera diluido
en el olvido si no fuera por el paciente metódico trabajo de Daniel Irusta, un
lugareño de 20 años comenzó a investigar y recobrar los vestigios que quedaban
de la California Argentina. “Se vendió todo: los toneles de 30000 litros, por
ejemplo, los compró una maderera”, cuenta Irusta, que además asegura que
comenzó con su meticulosa tarea hace más de 20 años, con entrevistas a viejos
trabajadores de la empresa. “Todo lo que
pude recuperar lo doné al Museo de Castelli”, afirma. Además, en 2004 escribió
un libro con la historia del manzanar, que está a punto de reeditar con más
información.
EL FRANCÉS EMPRENDEDOR
La vida de esta faraónica empresa arrancó en 1925 cuando un
acaudalado francés llamado Samuel Humberto Levi adquirió la estancia “La
María”. La primera plantación que realizó fueron cinco hectáreas de ajo, pero
como no tenía conocimiento de la materia, plantó los ojos al revés y luego
debió cambiarlos.
Al año siguiente
comenzaron a cobrar vida los montes frutales, con injertos y plantas
madres traídas de Australia y California. Para 1929, ya se cultivaban manzanas,
duraznos, peras, damascos, limas, limones, naranjas, mandarinas y caccis. Y al
año siguiente empezaron a exponerse, gracias a la ventaja competitiva respecto
a Rio Negro que le daba estar a unos pocos kilómetros del puerto de Buenos
Aires. En plena temporada, del establecimiento salían 60.000 kilos de fruta por
día.
Levi murió en 1940, y al frente de la empresa siguió su
esposa, Celina hasta 1946, cuando el establecimiento fue vendido a los hermanos
Jesús y Pedro Moreno. En ese tiempo, el total de frutales ocupaba unas 1.800 hectáreas;
de ellas, 600 correspondían a las plantaciones de 17 variedades de manzanas,
algunas de las cuales llegaban a pesar más de un kilo.
Las actividades en la estancia tenían una gran integración:
la fruta no presentable al mercado era destinada a la producción de dulces, y
los álamos que protegían a los frutales de vientos y heladas proporcionaban
luego la madera necesaria para hacer los cajones donde se embalaba la fruta.
Con esos recursos naturales disponibles, los hermanos Moreno
decidieron iniciarla producción de Sidra. Para ello construyeron unos enormes
galpones y los equiparon con treinta cubas de 10.000 litros y tres de 30000.
Allí estaban también los toneles, uno de 53000 litros y cincuenta de 30000,
donde se depositaba el jugo de la manzana. En el depósito de bodegas había
capacidad para 2400000 litros de sidra. Y sacaron dos marcas: “La California
Argentina” y “María Guerrero”, nombre de la primera propietaria de la estancia.
Para estos años fue que empezó a conocer a La Nueva
California como “el manzanar más grande del mundo”. En época de cosecha trabajaban unas 900
personas, lo que representaba mas del 10% de la población el partido de
Castelli.
Además de la gente de esa ciudad, había empleados que
llegaban desde toda la región, mas peones golondrinas venidos del interior del
país. Muchos de estos trabajadores eran de la ciudad de La Plata.
EL FINAL
La actividad de la empresa comenzó a decaer a lo largo de la
década del ‘50. En 1950 una inundación cubrió los campos y, además de perderse
buena parte de la cosecha del año, a partir de esa fecha dejaron de producir
gran cantidad de montes porque las plantas se pudrieron con el agua.
En 1953, errores en el proceso de elaboración provocaron que
la sidra “se picara” estando aun en las bodegas. 600.000 litros debieron ser
arrojados a los campos, y luego de ese incidente se decidió dejar de producir
sidra. Para colmo de males, en 1955 se produjo otra gran inundación que mermó
aun más los manzanares.
Finalmente, en 1964 La California Argentina presentó
quiebra. Los hermanos Moreno se dedicaron a otros negocios en Buenos Aires y e Córdoba,
y la estancia fue vendida.
Las huellas de los tiempos de gloria fueron desapareciendo
poco a poco. En 1969 se tiró abajo el galpón principal -que en tiempos de
cosecha era usado como vivienda del personal estable- y el chalet chico que
estaba al frente del principal. En 1984 se demolieron el taller, la herrería,
la casa de familia, el tanque de agua, y la envasadora de sidra, y en 1988 el
galpón de cubas y toneles.
El hierro viejo y gran cantidad de botellas fueron vendidas
a un chatarrero de Chascomus. La campana que estaba en el chalet principal y la
que era utilizada para llamar a los peones está en dos capillas de Castelli.
Muchas otras cosas fueron donadas al Museo de la ciudad, y otras llevadas por
particulares.
Actualmente, de La California Argentina solo queda el gran
chalet construido en 1930 por Samuel Levi, hoy habitado por los encargados; los
baños, que se transformaron en un gallinero;
algunas ruinas abandonadas de los edificios de la administración y de
los laboratorios de la fabrica de sidra. También queda el recuerdo de un país
que no solo fue el granero del mundo, sino también, al menos por unos años, la
tierra que acogía al manzanar más grande del mundo.